Por Lucía Tróchez Ardila, Consultora en Marca y Liderazgo en PIT Policy Lab
La maternidad y el campo de la Tecnología de Interés Público (PIT por sus siglas en inglés) pueden parecer dos mundos separados, pero en mi experiencia, se entrelazan de maneras sorprendentes, presentando tanto desafíos emocionantes como oportunidades de crecimiento personal y profesional.
El año pasado me convertí en madre y ha sido una montaña rusa de emociones y aprendizajes. El reto más evidente es el equilibrio entre ser madre y liderar en el ámbito laboral, sobre todo en el mundo de la tecnología.
Quiero empezar con algunos hechos: ser mujer en el sector tecnológico presenta obstáculos únicos debido a los prejuicios y estereotipos de género generalizados. Desde ser subestimadas en nuestras habilidades técnicas hasta enfrentar discriminación y acoso, las mujeres a menudo encuentramos barreras para avanzar en nuestras carreras y ser reconocidas. Adicionalmente, la falta de representación en los niveles de liderazgo exacerba aún más este problema, generando sentimientos de aislamiento y síndrome del impostor. Y finalmente, la cultura dominada por los hombres –únicamente el 28% de las mujeres ocupan posiciones de alto nivel en este sector– puede fomentar una sensación de exclusión, lo que dificulta que se haga oír nuestra voz.
Es entonces que la demanda de atención constante que viene con la maternidad puede parecer incompatible con las exigencias de dirigir proyectos y programas significativos. La gestión del tiempo se convierte en un arte, y la capacidad de priorizar se vuelve crucial.
La presión de superar la resistencia al cambio también se destaca. El campo PIT a menudo implica introducir innovaciones en sistemas establecidos, y enfrentarse a la reticencia puede ser complejo. Para lograrlo, se requiere un enfoque multifacético. Es crucial comunicar claramente los beneficios de la innovación y demostrar cómo puede mejorar los sistemas existentes; involucrar a todas las partes interesadas desde el principio, incluidas las personas usuarias finales y las comunidades impactadas para fomentar una integración real. A su vez, en la maternidad, adaptarse a nuevas rutinas puede generar ansiedad y estrés, especialmente cuando se enfrenta a la presión de mantener el bienestar de la familia. Superar esta resistencia implica reconocer la importancia de cuidarme a mí misma, buscar apoyo tanto en el trabajo como en el hogar, y desarrollar estrategias que permitan una transición hacia estas nuevas responsabilidades– ¡mantener un ser humano bebé vivo!–. Así que como madre y líder en este campo, la tarea es doble: gestionar el cambio en el hogar y en el trabajo.
La falta de flexibilidad en algunos entornos laborales también puede ser un inconveniente, especialmente cuando la maternidad exige una adaptabilidad constante. La necesidad de jornadas laborales más flexibles y entornos de trabajo comprensivos se vuelve evidente, lo que plantea la pregunta de cómo las organizaciones pueden ajustarse para apoyar a las madres que lideran en el campo PIT. Los espacios que reconocen y apoyan este equilibrio fomentan equipos más diversos y resilientes.
A pesar de los posibles frenos, la maternidad y el campo PIT ofrecen oportunidades únicas para el empoderamiento y la innovación.
La multitarea, una habilidad que las madres perfeccionamos, se convierte en un activo valioso en la gestión de proyectos complejos. La capacidad de equilibrar diversas responsabilidades y mantener un enfoque claro en los objetivos es una habilidad transferible que beneficia tanto a la vida personal como profesional. En el campo PIT, por ejemplo, se aplica al priorizar proyectos críticos, coordinar con múltiples partes interesadas y adaptarse a las necesidades cambiantes de la comunidad para lograr impacto social positivo de manera eficiente.
La empatía, una cualidad que se desarrolla naturalmente en esta etapa de vida, también es fundamental. Entender las necesidades y complejidades de las comunidades impactadas por los proyectos facilita el diseño de soluciones más efectivas y centradas en las personas usuarias.
Quisiera concluir mencionando que esta intersección entre la maternidad y el campo PIT impulsa una transformación profunda. El impulso de crear un mundo mejor para las futuras generaciones se alinea perfectamente con la misión de contribuir a soluciones que aborden problemas sociales importantes desde este sector y se convierte en un acto de amor y responsabilidad como madre.
Las que somos madres en este campo no sólo encabezamos proyectos e iniciativas, sino que también modelamos la posibilidad de equilibrar la maternidad con carreras significativas y de impacto.
En última instancia, el convertirnos en madres y seguir siendo líderes pueden coexistir y fortalecerse mutuamente. Los desafíos son reales, pero las oportunidades para la innovación y el empoderamiento son igualmente valiosas. Al abrazar y abordar estas dificultades creamos un camino hacia un futuro en el que quienes lideramos aquí dejamos un legado impactante para las generaciones venideras.
Quiero agradecer profundamente a quienes han sido ejemplo para mí en este aspecto, empezando por nuestra CEO y Directora General, Cristina Martínez Pinto y Constanza Gómez Mont, CEO y Presidenta de C Minds. Dos mujeres que han marcado mi carrera profesional y líderes madres que con su vulnerabilidad me han enseñado tanto.
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